Sergio Molina Monasterios (Ed.)

Cuadrar el círculo: las propuestas de solución al conflicto entre Chile y Bolivia
 Este libro contiene los aportes e intervenciones de intelectuales que buscan soluciones al diferendo que enfrentan Chile y Bolivia. Son un esfuerzo sincero y sin complejos por cuadrar el círculo —de ahí el título del texto—, utilizando las herramientas que puede aportar el siglo xxi para superar los traumas del pasado decimonónico.
En la primera parte del libro, se encuentran las ponencias inéditas y especialmente elaboradas para el taller internacional realizado por la Fundación Felipe Herrera, que tuvo como objetivo la discusión de algunas de las principales propuestas y fórmulas que en los últimos años han hecho diversos especialistas, intelectuales y políticos de Chile y Bolivia.
En la segunda parte se han recopilado documentos sobre la historia de las negociaciones entre las dos naciones desde la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1904. Se incluyen también documentos sobre las conversaciones recientes, así como su posterior ruptura una vez que Bolivia decidió presentar una demanda ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, y la respuesta que dio Chile públicamente en junio de 2014.


http://www.lom.cl/c8df7a20-b1fc-40f9-89b2-405fbd7d5ea2/Cuadrar-el-c%C3%ADrculo-las-propuestas-de-soluci%C3%B3n-al-conflicto-entre-Chile-y-Bolivia.aspx

¿Qué hacer con Bolivia?

Convengamos que la situación no podría estar peor. Probablemente por varios años viviremos inmersos en un juicio con resultados por demás inciertos, sobre todo para Bolivia, que parece haberse olvidado del fin y celebra los medios (Morales, que ya iba a ser reelecto, seguramente lo será con un porcentaje aún mayor: no sólo es capaz de poner un satélite en el cielo sino de enfrentar a Chile, nada menos).

En Chile se restriegan las manos los que prefieren un juicio a la política y la negociación, porque en eso, en el farragoso papeleo, en la investigación erudita, hay pocos servicios exteriores más especializados en América Latina.

Estamos en una “no-relación” (menos divertida que los “no-cumpleaños” del Sombrerero Loco de Alicia pero igual de desquiciada), que se simboliza en que Chile quiere hablar de todo menos del mar, y Bolivia es monotemática. En un escenario así valdría abandonar toda esperanza… o aprender del pasado reciente.

En primer lugar, del fallo en el caso de Perú contra Chile. Si dejamos de lado el nacionalismo ramplón, convengamos que fue positivo para ambos: afianzará y permitirá una mejor relación en el largo plazo y eso es mucho más valioso en el siglo XXI que lo supuestamente perdido.

En segundo lugar, la política de cuerdas separadas. Un cúmulo de acciones que resultaron exitosas porque permitieron tener una relación de relativa normalidad con Perú en momentos en los cuales el conflicto podía haber escalado de forma insospechada. Los críticos de la cuerdas separadas no piensan en lo que hubiera pasado si el azar oprimía un gatillo.

En tercer lugar, los elementos básicos de una negociación. Para que resulte, todos deben ceder: Bolivia debe comprender que Chile no tiene por qué entregar territorio sin obtener algo similar a cambio (y, sobre todo, que no existe una justicia divina por encima de la legalidad internacional).

Pero también Chile tiene que asumir(se): fue el vencedor de la Guerra del Pacífico y es un país más rico y desarrollado, lo cual le otorga derechos pero también obligaciones y entre ellas está la de encapsular la demanda… unilateralmente, porque a Bolivia sólo le interesa discutir del mar y a Chile de cualquier otra cosa. En resumen, si Chile no lo hace, Bolivia no lo pide. 

Y claro que hay forma: ¿cómo puede ser que dos países limítrofes, con un incesante intercambio comercial, no tengan un vuelo directo entre sus capitales, o que el ferrocarril Arica-La Paz no funcione adecuadamente; o que no haya una partida presupuestaria destinada únicamente a la cooperación con Bolivia en materias que no tengan que ver ni con la política ni la diplomacia? ¿Cómo no garantizar, además, que el libre tránsito y las facilidades que se le otorgan a Bolivia y que son imprescindibles para su relacionamiento con el mundo, funcionen por sobre el estándar?

¿Que este encapsulamiento unilateral de la demanda podría verse como una señal de debilidad o una concesión a la argumentación boliviana? Eso sería subestimar la inteligencia de los jueces: ser buen vecino, buscar relaciones cooperativas con una nación adversaria y tenaz, no es señal de debilidad sino de fortaleza.


Publicado en La Tercera el domingo 20 de abril de 2014
Analista político boliviano-chileno, profesor de la UDP

Bolivia cifra sus esperanzas en La Haya y en Bachelet

 Nota publicada en La Segunda el 19 de febrero de 2014

Para entender los motivos que llevaron al presidente Morales a presentar la demanda boliviana contra Chile ante La Haya y a actuar como lo hace, se debe recordar que siempre miró de cerca el proceso judicial entre Chile y Perú del que se ha hablado hasta el cansancio en estas mismas páginas. También en Bolivia ese fallo ha desatado todo tipo de análisis, y muchos sostienen que  es favorable simplemente porque los jueces citaron las negociaciones de Charaña y porque demostraría que la política exterior chilena no es invencible.

Sin embargo, hay quienes somos más escépticos. En primer lugar porque otorga certezas que antes no se tenían y, a la larga, consolidará aún más una relación que deja a Bolivia aislada y con poca capacidad de negociación. Además, el “triunfo” peruano permite reconciliar a esa sociedad con uno de sus principales fantasmas: la derrota permanente frente a su adversario poderoso. No debe olvidarse que Perú ha dado muestras constantes del poco interés que tiene en un acuerdo entre Chile y Bolivia. Una parte de su pretensión ante La Haya tenía ese sentido implícito.

Además difícilmente podrá replicarse entre Chile y Bolivia el escenario de las “cuerdas separadas” toda vez que se multiplican las voces discordantes con esta política y porque a los bolivianos lo único que les interesa es la cuestión marítima. Encapsular la demanda, entonces, parece poco realista.

Finalmente, es muy pronto para afirmar que el fallo podría significar una revisión de los fundamentos de la política exterior chilena con sus vecinos (“pelear con dos de tres no es precisamente edificante”, sostienen), por el contrario, quizá sigan prevaleciendo quienes hacen de la defensa del statu quo una cuestión de fe.

En cualquier caso, Morales no sólo estará presente en la toma de mando de la presidenta Bachelet, sino que espera ese día con expectación, al igual que las señales que  se irán entregando en estos meses, las cuales serán analizadas con detenimiento para ver si es posible restituir una confianza perdida hace ya varios años o si la relación se reducirá a tribunales de justicia y declaraciones beligerantes (para lo cual hay ganas, recursos ilimitados y buenos abogados).

Por tanto y dado que Bolivia no retirará su demanda, la primera pregunta que deberá formularse el nuevo gobierno es: ¿dialogar con Bolivia sobre el mar mientras hay una demanda pendiente o recluir la relación bilateral a los tribunales?

Vaya disyuntiva. Por lo pronto lo único que sabemos es que Bolivia está dispuesta a que el Presidente Piñera se convierta en el chivo enviado al desierto a expiar las culpas de unos y otros.

--


Sergio Molina Monasterios es boliviano y chileno

Le flambeau de la gauche est à prendre

Una nota que me hicieron en el Universal de Venezuela en marzo de 2013 y que la publicó Courrier International

Courrier International
Le flambeau de la gauche est à prendre

La gauche latino-américaine se retrouve orpheline. Qui reprendra l’héritage?

“Voilà un cas difficile.” “Voilà un cas difficile.”Dessin de Chappatte paru dans International Herald Tribune, Paris.
Au-delà des frontières vénézuéliennes, la disparition du président Hugo Chávez va se répercuter sur l’idéologie politique de la région. Son décès prive la gauche latino-américaine d’une figure de proue, de l’homme qui a incarné sur le continent le “socialisme du XXIe siècle” en quatorze années de pouvoir.

“Hugo Chávez représentait la ­continuité des caudillos qui ont gouverné l’Amérique latine au XXe siècle, que ce soit Juan Domingo Perón en Argentine, Getúlio Vargas au Brésil [président de 1934 à 1945 et de 1951 à 1954] ou Angel Victor Paz Estenssoro en Bolivie [élu quatre fois président]. En ce sens, Hugo Chávez était un grand ambassadeur de ce courant, et, en tant que tel, on aurait difficilement pu ­trouver des conditions plus propices au développement d’un leadership tel que celui qu’il a construit et maintenu pendant quinze ans”, explique Sergio Molina Monasterios, un spécialiste en communication politique.

Si, au Venezuela, on sait très bien qui reprendra le flambeau du chavisme, celui qui, en tant que ­militaire, encourageait une lutte régionale contre le “capitalisme sauvage” de “l’empire américain” semble irremplaçable pour le reste du continent.

Les dirigeants de gauche en Amérique latine – notamment Evo Morales (Bolivie), Rafael Correa (Equateur), Cristina Fernández de Kirchner (Argentine), José “Pepe” Mujica (Uruguay), Daniel Ortega (Nicaragua) et Raúl Castro (Cuba) – resteront fidèles non au chef militaire mais à la figure mythique que deviendra Hugo Chávez, une image qui sera bien plus accommodante et plus consensuelle, même si d’un point de vue symbolique c’est la même chose, prévoit Sergio Molina Monasterios.

Bien sûr, le Venezuela doit se préoccuper de sa situation économique et politique intérieure, mais les dirigeants de la région s’attendent à ce que la diplomatie bolivarienne, qui a bénéficié à de nombreux gouvernements qui soutenaient le pays, perde du terrain.

Cependant, Sergio Molina Monasterios estime qu’il serait extrêmement réducteur de penser que l’influence d’Hugo Chávez sur le continent sud-américain était uniquement due à son portefeuille. Le pays qui pourrait souffrir le plus de la disparition du comandante est sûrement Cuba, qui, grâce à sa relation avec le Venezuela, obtenait 115 000 barils de pétrole par jour contre les services de 44 000 Cubains exerçant pour la plupart des professions médicales.

“La composante idéologique et politique de la diplomatie bolivarienne ainsi que sa portée dans la région ne doivent pas être minimisées à l’heure où il s'agit de comprendre l’ampleur et l’influence que le chavisme pourrait conserver à l’avenir”, poursuit Sergio Molina Monasterios. Certes, il est trop tôt pour prédire qui héritera du trône, mais plusieurs dirigeants seraient intéressés par le poste. Seul le temps, ­toutefois, nous dira si c’est possible et si ces candidats ont les capacités requises. L’influence politique et idéologique du Venezuela dans la région restera considérable, “surtout dans le cadre des processus politiques les plus idéologiques et les plus enracinés, pour lesquels la figure symbolique d’Hugo Chávez demeurera présente. Néanmoins, cela dépendra avant tout de la direction qu’empruntera la politique intérieure vénézuélienne et des événements qui se dérouleront au cours des prochains mois au Venezuela”, conclut Sergio Molina Monasterios.

Nuestros vecinos, los grandes ausentes en el debate electoral

Sabido es que la política exterior no es la principal preocupación electoral en tiempos de paz en ninguna parte, y Chile no es la excepción. No es extraño entonces leer sólo algunos párrafos sobre el tema en los principales programas de Gobierno de los candidatos hoy en disputa.
Lo que si llama la atención es que en esas pocas líneas se nombre casi de refilón el principal problema hoy y en el futuro: los diferendos con Perú y Bolivia.
No faltará quien argumente que esto se debe a que Chile tiene una política de Estado al respecto y que no habrá grandes variantes a lo que ha venido haciendo en los últimos años. Con Perú cierto consenso en que las relaciones se encaminarán después del fallo de La Haya y que las relaciones económicas nunca fueron tan buenas como ahora; con Bolivia esgrimir la intangibilidad de los tratados y dejar caer el peso de la responsabilidad sobre ese país.
El programa de Gobierno de Michelle Bachelet enfatiza esos tópicos: plantea retomar el diálogo con Bolivia iniciado en 1999 y el clima de confianza mutua alcanzado durante su anterior gobierno así como la plena normalización de las relaciones diplomáticas. Lo que más llama la atención, sin embargo, es que el tema está en el acápite “defensa” y no en el de “relaciones exteriores”.
Evelyn Matthei es aún más escueta y en breves líneas reafirma su vocación americanista, la continuidad de la política exterior del actual gobierno y, fiel al estilo tradicional de su sector, se preocupa en el efecto que la seguridad exterior o las relaciones internacionales pueden tener en una economía ampliamente globalizada como la chilena.
Marco Enríquez Ominami es el que más referencias tiene sobre los vecinos y América Latina. Sobre Perú afirma que la brecha entre confianza económica y desconfianza política tiene que cerrarse progresivamente y, respecto a Bolivia, reclama un acto de generosidad de Chile y encontrar soluciones concretas, útiles y factibles.
 A este análisis de los programas electorales debemos sumar otros datos. La encuesta Bicentenario recientemente publicada (PUC-GFK/Adimark) muestra que, a juicio de los encuestados, los chilenos se consideran “excepcionales” y no se sienten parte de América Latina. Aún más, entre el 2006 y el 2013 sistemáticamente todos los años ascendió el porcentaje de chilenos que creen que a Bolivia no debiera dársele nada (del 33% a un mayoritario 56%) y, en ese mismo lapso de tiempo, bajó del 47% al 29% el porcentaje de los chilenos que están de acuerdo con darle a Bolivia beneficios económicos para que ocupen puertos chilenos.
En ese clima de opinión no es extraño que los programas presidenciales de quienes más posibilidades tienen de llegar a La Moneda le den tan poca importancia a la región.
Por tanto es difícil pensar que durante el próximo gobierno, gane quien gane, haya grandes modificaciones en las orientaciones en política exterior. Hacia Perú el deseo de que después de La Haya se normalice la relación; y, sobre Bolivia, la convicción de que se trata de un tema de seguridad, y diálogo sin ofrecer nada a cambio.

Nadie con una mínima dosis de realismo puede pensar que estos sean temas sencillos: pero llama la atención que no se ensayen otras alternativas y se planteen programas de largo plazo, de cooperación y desarrollo que permitan generar otro tipo de relaciones que las erigidas en base a la confrontación. Y para hacerlo, para construirlas, y a pesar de la resistencia que tenga a las veleidades de la opinión pública, Chile tiene la responsabilidad mayor, por su interés nacional, su peso específico y su proyección futura. 

(Publicado en La Tercera el 7 de noviembre de 2013)

¿Qué cambiará en Bolivia y en la región con la muerte de Chávez?



Se ha escrito mucho y bien sobre los escenarios que se abren luego de la muerte de Hugo Chávez pero quisiéramos agregar un par de interrogantes que creemos pertinentes a la hora de entender el futuro que se abre en la región a partir del deceso del venezolano.
Convengamos que el liderazgo y la personalidad de Hugo Chávez serán muy difíciles de reemplazar. Sus características eran únicas en circunstancias también únicas para América Latina y, como se ha dicho hasta el cansancio, tampoco es posible entenderlo sin mirar la historia larga venezolana y las circunstancias que permitieron su llegada al poder.
Pero a la vez, Chávez es la continuidad del liderazgo caudillista del que el siglo XX latinoamericano ha estado plagado, veamos sino a Perón, Vargas, Paz Estenssoro y el largo etcétera de caudillos que tenía similares características. Esto es, hubo mucho de nuevo y mucho de lo ya conocido en su ejercicio del poder.
El caudillismo ha sido indisoluble a la región en el pasado, en ese sentido, Chávez fue un gran representante de esa corriente latinoamericana mesiánica propia del siglo XX más que un líder del siglo XXI, por tanto, difícilmente se puedan conjurar condiciones similares para el surgimiento de un liderazgo como el que Chávez supo construir y mantener durante tres lustros.
Primera conclusión entonces, Chávez, como líder del siglo XX será cada vez más difícil de encontrar en el siglo XXI.
Ahora bien, a nivel global es muy difícil que alguien pueda reemplazar la enorme figura del caudillo venezolano. Por lo pronto tendremos varios que seguramente querrán ocupar su espacio, el tiempo dirá si esto es posible y si alguien tiene la capacidad para hacerlo. Difícilmente Correa o Morales puedan hacerlo, por sus características y, por supuesto, por el peso específico de estos países en relación con Venezuela. En todo caso, seguirán siendo afines, ya no al caudillo sino a la figura mítica que se construirá en torno a su figura.
La segunda interrogante que habría que planteas es cómo se verá afectada Bolivia si cesa o disminuye el apoyo económico de Venezuela.
Es un dato de la causa que Venezuela tendrá que atender con carácter prioritario su severa crisis económica y política mirando más hacia adentro que hacia la “gran patria latinoamericana”, por lo que la diplomacia bolivariana seguirá teniendo importancia pero sin los recursos con los que contó Chávez en su momento.
Ahora bien, sería de un reduccionismo extremo pensar que la influencia del venezolano se debía solamente a su billetera. Hay un componente ideológico y político que no se debe despreciar a la hora de comprender el fenómeno que desató en estos años y que se debe atender a la hora de medir la influencia que pueda seguir teniendo el chavismo en el futuro.
En el caso boliviano, Venezuela es su segundo acreedor, Bolivia importa diésel de ese país y es un mercado alternativo al norteamericano para las exportaciones textiles bolivianas.
Pero, sobre todo, el dinero venezolano permitía financiar el programa “Bolivia cambia, Evo Cumple”, a través del cual discrecionalmente se entregaba dinero a proyectos de infraestructura, emprendimientos agrícolas, postas, escuelas, etc. (se habla de una inversión de casi 4.000 proyectos de infraestructura en áreas rurales). En este programa, Evo Morales era el encargado personal de distribuir los recursos sin pasar por los controles administrativos del Estado y llegó a entregar cheques directamente a las autoridades locales afines a su partido.
Dicho todo eso, no se debe olvidar que la economía boliviana pasa por un momento de bonanza inédito en su historia, sus exportaciones, sobre todo minerales y de hidrocarburos, han permitido un crecimiento sostenido en los últimos años que no se verá afectado sustancialmente por lo que ocurra en su relación con Venezuela.
No es el caso de la relación económica que Venezuela estableció con otros países como Cuba, donde la dependencia es mucho mayor y más compleja de resolver en caso de ser suspendida.
En tercer lugar, quisiéramos dejar planteado el interrogante de si el proyecto político de Evo Morales se verá menoscabado en tanto dependería de Venezuela para concretarse y si algún líder latinoamericano puede retomar el liderazgo de la revolución bolivariana en la región.
Acá es quizá donde más se notará la ausencia de Chávez. Morales tenía a Chávez y no a Lula (como se pensó en algún momento) como la figura a quien se debía admirar y emular. Las bases simbólicas de la refundación estatal boliviana tienen su impronta: nueva constitución, nueva institucionalidad, nuevo relacionamiento entre poderes estatales, hasta las modificaciones simbólicas en el nombre del país, el escudo, la bandera, etc.
Sin olvidar que el proceso político boliviano difiere del venezolano por la forma en que se construyó el poder en un inicio: de abajo hacia arriba en un caso, con un golpe de Estado en el otro, diferencia que fue sustancial en su momento y que sigue presente aunque morigerada con el paso de los años, podemos prever un incremento de la orfandad política de Morales ya mellada por sus vacilaciones y giros autoritarios de los últimos años. Lo cual no quiere decir que deje de ser popular y la única alternativa política viable en la Bolivia actual.
Finalmente, ¿es posible que un próximo gobierno chavista mantenga la misma influencia política e ideológica en la región? En el futuro inmediato posiblemente sí. La influencia de Venezuela, seguirá siendo importante, sobre todo en procesos políticos más ideologizados y consolidados como el boliviano en los cuales la figura simbólica de Chávez seguirá presente. Pero todo dependerá del rumbo que deparen los acontecimientos de los próximos meses dentro de la propia Venezuela.

Recortes de la libertad de expresión: el drama de Ecuador y Latinoamérica

Participación en CNN para hablar sobre la libertad de expresión en la región y la arremetida del Presidente ecuatoriano contra los medios de comunicación críticos a su persona y su gobierno.

Ver primera parte de la entrevista en CNN Chile


Ver segunda parte de la entrevista en CNN Chile


Ver tercera parte de la entrevista en CNN Chile